Un nuevo estudio reforzó las evidencias que asocian la exposición al plomo con el riesgo de desarrollar esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurológica potencialmente fatal.
Eso no prueba que la exposición genere ELA o enfermedad de Lou Gehrig. Y aun si así fuera, el riesgo de sufrir esa condición relativamente rara por exposición al plomo sería bastante reducida.
De todos modos, los resultados refuerzan el hecho de que la exposición al plomo durante años tendría un papel en la aparición de ELA, según el equipo de Freya Kamel, investigadora del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de Estados Unidos, en Research Triangle Park, Carolina del Norte.
La ELA es una enfermedad fatal en la que se van degenerando las células nerviosas que controlan el movimiento, lo que produce parálisis y muerte por insuficiencia respiratoria. Cada año, se diagnostica en unos 5.000 estadounidenses.
Hasta el 10 por ciento de los casos desarrollan la forma hereditaria. Pero, en la mayoría, la enfermedad aparece por causas desconocidas.
Varios estudios habían sugerido que la exposición al plomo -y su aumento en sangre- sería un factor de riesgo de la ELA. Pero eso no prueba una relación causa-efecto.
Otra explicación sería que la ELA aumente el nivel de plomo en sangre. El metal se almacenaría en los huesos y, a medida que la enfermedad avanza, la masa ósea se quebraría y liberaría plomo en el flujo sanguíneo.
Pero en el nuevo estudio, aun cuando los autores consideraron marcadores de ese «recambio óseo», los niveles de plomo en sangre siguieron asociados con el riesgo de desarrollar ELA.
El trabajo, publicado en American Journal of Epidemiology, incluyó a 184 veteranos estadounidenses con ELA y a 194 sin la enfermedad. Todos eran blancos y la edad promedio de ambos grupos era 63 y 64, respectivamente.
El análisis de las muestras de sangre reveló que un nivel de plomo en sangre dos veces más alto estaba asociado con el doble de riesgo de desarrollar ELA, aun tras considerar marcadores de fractura ósea. Esto sugiere que no fue la ELA la que aumentó los niveles de plomo en sangre.
«Es importante aclarar eso», dijo Kamel, señalando que los resultados «ajustan» las evidencias de que una mayor exposición al plomo induciría la aparición de la esclerosis en algunas personas.
Pero aunque la exposición sea un factor en el desarrollo de la enfermedad, eso solo no sería suficiente. Los científicos opinan que la ELA aparece por una combinación de susceptibilidad genética y exposición a ciertos elementos ambientales.
Sin embargo, dijo la autora, se desconoce cuáles son. Hasta ahora, la mejor evidencia disponible es la de la exposición al plomo. La relación es biológicamente posible porque el metal es tóxico para el sistema nervioso central, agregó.
FUENTE: American Journal of Epidemiology, online 20 de abril del 2010.