En promedio, los bebés pesaban 0.15 kilos menos y los embarazos fueron alrededor de tres a cuatro días más cortos, halla un estudio
La exposición a un tipo de pesticidas utilizados comúnmente en las cosechas que comen los consumidores de EE. UU. se relaciona con embarazos más cortos y bebés más pequeños, apunta una investigación reciente.
Los pesticidas en cuestión se conocen como organofosfatos. Eliminan los insectos alterando sus cerebros y sistemas nerviosos. Desarrollados inicialmente en forma más potente como veneno que ataca los nervios durante la Segunda Guerra Mundial, pueden alterar también el sistema nervioso humano, según la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU.
Los efectos observados en el estudio fueron relativamente leves. Los embarazos de las mujeres expuestas a niveles más elevados de organofosfatos resultaron en bebés que pesaban, en promedio, 0.15 kilos (1/3 de libra) menos que los de las mujeres expuestas a niveles más bajos de los pesticidas, y sus embarazos duraron alrededor de tres a cuatro días menos.
Sin embargo, cuando esto se aplica a millones de bebés, unos bebés más pequeños y embarazos más cortos podrían acarrear graves consecuencias de salud, apuntó el autor principal del estudio, el Dr. Bruce Lanphear, científico clínico del Instituto de Investigación Infantil y Familiar del Hospital Pediátrico BC de Vancouver, en Columbia Británica.
«Cuando observamos una reducción [de 1/3 de libra] en el peso de nacimiento, tenemos que comenzar a tomarlo en cuenta», aseguró Lanphear. «Quizás para un niño individual no sea un gran problema, pero puede serlo para toda una población. Si toda la población pesara [1/3 de libra] menos, esto podría llevar a aumentos dramáticos en la cantidad de niños que son muy pequeños. Lo que vemos son cambios sutiles que en toda una población podrían tener efectos dramáticos sobre la tasa de prematuridad».
Investigaciones anteriores han hallado que la exposición a niveles más elevados de organofosfatos en el embarazo se asocia con unos CI más bajos y más problemas conductuales en los niños.
El estudio aparece en la edición en línea del 5 de abril de la revista Environmental Health Perspectives.
El uso de organofosfatos se ha reducido en años recientes, pero sigue siendo el insecticida de uso más común, apuntó Lanphear, quien también es profesor de la Universidad Simon Fraser en Columbia Británica. Investigaciones anteriores han mostrado que más del 90 por ciento de las mujeres embarazadas y los niños tienen niveles mensurables de pesticidas de organofosfatos en el organismo.
El estudio incluyó a más de 300 mujeres embarazadas en el área de Cincinnati, que incluía a mujeres blancas y negras que vivían en áreas urbanas, suburbanas y rurales y que representaban toda la gama de estatus socioeconómico. La presencia de metabolitos de organofosfatos, o sea las sustancias químicas que resultan de la descomposición de los pesticidas, se evaluó dos veces en la orina de las mujeres.
Los investigadores también evaluaron o indagaron otros factores que podrían influir sobre la salud del embarazo y del feto, como el tabaquismo o la exposición al humo de segunda mano, la raza, la pobreza y la depresión materna.
Las mujeres cuya exposición se hallaba en el percentil 85, o sea que tenían la exposición más elevada, tuvieron bebés más pequeños y embarazos más cortos, en promedio, que las que estaban en el percentil 15. Las mujeres en el percentil 85 mostraron evidencia de una exposición diez veces mayor que la de las mujeres en el percentil 15.
La reducción en la duración del embarazo solo fue estadísticamente significativa entre las mujeres blancas, mientras que la reducción en el peso al nacer fue significativa solo en las mujeres negras.
El estudio no podía precisar la fuente principal de exposición al pesticida, pero investigaciones anteriores han señalado a la dieta y al uso de pesticidas en casa como fuentes importantes en ámbitos no agrícolas, apuntaron los autores.
En comentarios sobre el estudio, los expertos mostraron opiniones mixtas.
«Se trata de un estudio importante, parte del siempre creciente cuerpo de evidencia sobre el daño que los pesticidas representan para la salud humana, incluso en dosis bajas», advirtió el Dr. Kenneth Spaeth, director del Centro de Medicina Ocupacional y Ambiental del Sistema de Salud North Shore-LIJ en New Hyde Park, Nueva York. «Tendemos a pensar que los tipos de exposiciones a bajo nivel que sufrimos regularmente no son nocivas, pero estudios como este ayudan a demostrar que sí hacen daño, y que debemos tenerlos mucho más en cuenta, replantearnos la forma de regular, y comprender la forma en que estos pesticidas nos afectan».
Se sabe que los pesticidas llegan al feto «porque hallamos indicios de pesticidas en la sangre del cordón umbilical», explicó Spaeth. «Los pesticidas también pueden acumularse en la leche materna, así que los bebés que son expuestos en el útero y también después de nacer reciben un doble golpe».
El Dr. Michael Katz, director médico interino de March of Dimes, advirtió que no se deben sacar conclusiones firmes a partir del estudio. Apuntó que aunque el estudio se diseñó y llevó a cabo cuidadosamente, los investigadores hallaron una asociación entre la exposición a los pesticidas y embarazos más cortos y pesos más bajos al nacer, pero no demostraron que los pesticidas provocaran los efectos fetales.
Esto conllevaría la realización de ensayos aleatorios y controlados. Es poco probable que lleguen a hacerse alguna vez, debido a las restricciones éticas que impiden que los científicos expongan a los niños a pesticidas de forma deliberada.
Además, las diferencias en el peso al nacer y la duración del embarazo fueron menores, y caen dentro de lo que son variaciones normales, añadió Katz.
«Las diferencias fueron muy pequeñas, y hay cosas que pueden ser estadísticamente significativas sin ser biológicamente significativas», planteó.
Los investigadores no pueden explicar el motivo de que observaran diferencias raciales en el efecto sobre los fetos. Sin embargo, investigaciones anteriores han mostrado diferencias raciales en la forma en que las personas metabolizan las toxinas, y blancos y negros podrían estar expuestos a distintos organofosfatos, apuntaron los expertos.
FUENTES: Bruce Lanphear, M.D., M.P.H., clinician scientist, Child & Family Research Institute, BC Children’s Hospital, and professor, health sciences, Simon Fraser University, Vancouver, B.C., Canada; Kenneth Spaeth, M.D., M.P.H., director, Occupational and Environmental Medicine Center, North Shore-LIJ Health System, New Hyde Park, N.Y.; Michael Katz, M.D., interim medical director, March of Dimes; April 5, 2012, Environmental Health Perspectives