Aquí explicaré de forma resumida a qué son las «semillas activadas» y por qué es tan importante realizar este proceso cuando elijamos consumir este tipo de alimentos.
Se denomina «semillas activadas» a aquellas semillas a las cuales se les activó su proceso de germinación, y por lo tanto se les activó la «vida», la cual previamente estaba latente esperando ser despertada mediante un simple proceso: ponerlas en agua. Este proceso está explicado paso a paso en el video al pié de esta página.
Al tomar contacto con el agua las semillas sufren varios cambios en su estructura química, que hacen que algunas sustancias se modifiquen haciendo a las semillas mucho más digeribles para nuestro organismo.
Las nueces y las semillas contienen ácido fítico que evita que germinen prematuramente y también permite se almacenen muchos nutrientes importantes. Según las investigaciones realizadas, cuando consumimos ácido fítico, se reduce la capacidad de nuestro cuerpo para absorber nutrientes. Durante el proceso de activación el ácido fítico se elimina y de esta forma evitamos su consumo.
Las propias semillas también contienen inhibidores enzimáticos, estos se adhieren a las enzimas y limitan su funcionamiento, pero de nuevo, el proceso de activación hace que la semilla se libere de estos inhibidores logrando que las enzimas se vuelvan activas. Las enzimas son catalizadores de procesos químicos. Nuestro cuerpo utiliza enzimas en todas sus funciones, entre ellas la digestión. Y como la naturaleza ya pensó en todo, diseño a cada semilla con las enzimas necesarias para digerirse más facilmente, es así que cada semilla tiene las enzimas específicas según su composición, aquellas ricas en proteínas, tienen más proteasas, las ricas en lípidos más lipasa, etc.
Si por el contrario consumimos las nueces y semillas sin activar, obligamos a nuestro cuerpo a trabajar horas extra para producir las enzimas necesarias para realizar la digestión. El Premio Nobel de Química de 1945, el finlandés Artturi Ilmari Virtanen, señalaba que el ser humano tiene un potencial limitado de producción de enzimas, como una bateria que debe durar toda la vida, cuando este potencial se acaba, morimos. Por lo tanto, al aprovechar las enzimas de los alimentos estaríamos ahorrando nuestro potencial para realizar el proceso digestivo, y así podríamos utilizarlo para otras de las infinitas funciones que nuestro cuerpo necesita. Cabe destacar que las enzimas son destruídas en temperaturas que superen los 43ºC, por lo tanto la coción no es una buena elección a la hora de preservar las enzimas. En otras palabras, esta sobrecarga de trabajo para conseguir esta producción enzimática nos envejece porque nuestros cuerpos tienen que trabajar más duro para digerir cuando podríamos hacer uso y aprovechamiento de las enzimas que ya naturalmente poseen las propias semillas mediante el simple proceso de activación.
También al activar las semillas acontecen otros cambios que facilitan las digestión y evitan sentir esa sensación de «pesadez» cuando se comen frutos secos o semillas. Estos cambios son que las proteínas se descomponen en sus estructuras más simples (aminoácidos), aparecen azucares simples, lo que les da un gusto más dulce y más rico a la hora de comer.
De la misma forma hay mejoras a nivel de micronutrientes, muchas de las vitaminas se multiplican incrementando de esta forma su valor nutricional, en el caso de la vitamina C por ejemplo se multiplica hasta por 4 veces en algunas semillas como en el trigo.