Una conversación de una hora por celular estimula áreas de su cerebro más cercanas a la antena del teléfono, pero los expertos aseguran que aún no tienen idea de si esos efectos constituyen riesgos a largo plazo para la salud.
«No sabemos si es algo perjudicial o si podría tener algunos efectos beneficiosos potenciales. Simplemente, no lo sabemos», aseguró la Dra. Nora Volkow, autora líder del estudio publicado en la edición del 23 de febrero de la Journal of the American Medical Association. «Hacen falta estudios para determinar si hay consecuencias duraderas. Es un asunto importante que hay que resolver».
Entretanto, lo mejor es usar auriculares o manos libres, «sobre todo para los niños y adolescentes cuyos cerebros son mucho más vulnerables a efectos de ciertos tipos», aseguró Volkow, director del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EE. UU.
También se puede seguir el ejemplo de niños y adolescentes y mandar mensajes de texto para que el teléfono no esté cerca de su cabeza.
«Estas soluciones son simples y triviales», anotó Volkow.
Hace tiempo que los científicos se debaten sobre si el uso de celulares, prácticamente ubicuos en el mundo entero, es perjudicial para la salud, específicamente si puede causar cáncer de cerebro, pero no ha surgido aún una respuesta.
Para este estudio, se llevó a 47 voluntarios a un laboratorio de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., en donde se les colocaron celulares en la oreja izquierda y en la oreja derecha.
Los investigadores midieron el metabolismo de la glucosa en el cerebro, una medida de la intensidad con la que trabaja el órgano, por medio de escáneres de tomografía por emisión de positrones (TEP). El metabolismo en la corteza orbitofrontal y en el polo temporal, las regiones del cerebro más cerca de la antena, aumentaba en cerca de siete por ciento si el teléfono del lado derecho estaba encendido, frente a cuando ambos teléfonos estaban apagados.
La actividad cerebral se redujo con la distancia de la antena.
«Ese [nivel de actividad cerebral] es lo que observamos normalmente cuando se está viendo una película», aseguró Volkow.
Sin embargo, la simulación no pasó de ser exactamente eso y no el escenario típico en el que la gente camina, conduce y come mientras escucha su celular sino habla con él, anotaron los expertos.
«No es el mundo real», señaló el Dr. Giuseppe Esposito, jefe de medicina nuclear del Hospital del Centro Médico de la Universidad de Georgetown en Washington; D. C.»Obviamente, esto no es lo que se hace normalmente», agregó.
«No creo que podamos sacar ninguna conclusión sobre los efectos para la salud de los celulares en general ni de las simulaciones de radiofrecuencia a partir de este estudio», anotó.
Nadie sabe por ahora si «la exposición a estas fuentes externas dos o tres horas al día durante cinco a diez años [cause] efectos indeseables», sostuvo Volkow. «Y si la exposición es temprana, cuando el cerebro es aún muy plástico, ¿habrá efectos perjudiciales? Esa es una pregunta importante que hay que responder».
Tampoco está claro si parte del cerebro podría resultar afectada, teniendo en cuenta que los celulares más viejos tienen antenas más cerca del cerebro, comparados con los más nuevos, que se usaron en este estudio, que están más cerca de la boca.
Volkow está planeando ahora un estudio retrospectivo para determinar si los usuarios de celular de largo tiempo, digamos dos horas diarias durante diez años, tienen cualquier efecto obvio para la salud.
John Walls, vicepresidente de relaciones públicas de CTIA-The Wireless Association, declaró: «Como no somos una organización científica, en cuanto al asunto de los efectos para la salud relacionados con las estaciones inalámbricas y el uso de dispositivos inalámbricos, la CTIA y el sector de productos y servicios inalámbricos nos hemos guiado siempre por datos científicos y por la postura de organizaciones sanitarias imparciales. La evidencia científica revisada por colegas ha indicado de manera sustancial que los dispositivos inalámbricos, dentro de los límites establecidos por la [Comisión Federal de Comunicaciones], no constituyen riesgos para la salud pública ni causan efectos adversos para la salud».
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Nora D. Volkow, M.D., director, National Institute on Drug Abuse, U.S. National Institutes of Health; Giuseppe Esposito, M.D., chief, nuclear medicine, Georgetown University Hospital, and associate professor, radiology, Georgetown University Medical Center, Washington, D.C.; John Walls, vice president, public affairs, CTIA-The Wireless Association; Feb. 23, 2011, Journal of the American Medical Association