Un equipo de Dinamarca halló que las personas que residen en zonas urbanas con altas concentraciones de dióxido de nitrógeno en el aire son un 22 por ciento más propensas a tener un accidente cerebrovascular (ACV) fatal que los habitantes de barrios no tan contaminados.
El dióxido de nitrógeno forma parte de los gases del escape de los automóviles y daña los pulmones.
En el 2010, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ajustó sus normas para evitar la exposición breve a altos niveles de esa sustancia, aunque el umbral promedio es el mismo desde hace décadas.
El nuevo estudio, publicado en la revista Stroke, es uno de los más grandes y más amplios sobre la relación entre la exposición crónica a la contaminación del aire y el ACV, según consideró el doctor Jiu-Chiuan Chen, de la Escuela Keck de Medicina, de la University of Southern California en Los Angeles.
«Las autoridades deben darse cuenta de los peligros de vivir y caminar cerca de las zonas con gran cantidad de automóviles», dijo Chen, que no participó del estudio.
El equipo analizó datos de más de 52.000 residentes de dos ciudades importantes de Dinamarca. En una década, unos 2.000 participantes, de entre 50 y 65 años al inicio del estudio, tuvieron un primer ACV con internación y 142 de ellos murieron a los 30 días.
Las personas expuestas a los niveles más altos de dióxido de nitrógeno en el hogar eran un 5 por ciento más propensas a tener un ACV que las que respiraban aire más puro. Y eran un 22 por ciento más propensas a morir por el ACV, según informa el equipo de Zorana J. Andersen, de la Sociedad Danesa de Oncología, en Copenhague.
Desde el punto de vista estadístico, es posible que el azar haya influido en los resultados. No hay evidencia de que el dióxido de nitrógeno, y no otro factor desconocido, elevara el riesgo de tener un ACV.
Estudios previos habían hallado que las partículas contaminantes del aire, que son tan pequeñas como para llegar al torrente sanguíneo, promueven la inflamación de los vasos, lo que podría elevar el riesgo de tener un infarto cardíaco, cerebral o insuficiencia cardíaca.
Además de la mayor exposición a la contaminación del aire, los participantes que tuvieron un ACV solían tener ciertas características comunes: eran hombres, obesos y tenían otros factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, el colesterol elevado y el tabaquismo.
Mientras que reducir el tiempo de viaje en las horas pico y hacer ejercicio lejos de las calles muy transitadas alejaría a la población del esmog más dañino, Chen señaló que la contaminación del aire es un problema de salud pública que las autoridades deben controlar.
FUENTE: Stroke, 3 de noviembre del 2011